LO CATÓLICOS QUE NOS GOBIERNAN
Sorpresivamente este año nos despertamos
viendo que al gobierno habían llegado las huestes de egresados del Cardenal
Newman, de la UCA, del Austral, del Champagnat, del Salvador y otras
instituciones de matrícula de
destacados, aulas de primer nivel nunca ausentes en la formación de cuadros de
elite. Frigerio, Dietrich, Prat Gay,
Marcos Peña, Laura Alonso, Castelli, La Pitonisa Carrió, el propio Macri, solo
para nombrar la primera línea. La cultura católica insuflada en aquellos entes
instauradores desnuda la hipocresía de una clase que utiliza la religión como
médula doctrinaria para garrotear a los pobres. No hace falta hacer historia
para encontrar numerosos ejemplos de personajes de la farándula política con los
mismos bagajes e instituciones con los mismos ejes antirrepublicanos. Estos
tuvieron su momento de éxtasis en las crisis de devastación de lo popular: la
década infame, la revolución libertadora, la dictadura genocida del 76 y en
tantos momentos cuando pudieron aflorar su religare al dios de la fortuna. Semejante Banda de creyentes piadosos, al
pensar de cualquier transeúnte distraído, nos traería el mismísimo Reino de
Dios en cómodas cuotas. Pero no, la historia es otra, los modelos no son los
evangélicos y los títulos con cruces no significan nada (o significan lo
contrario) de la defensa de la dignidad humana.
Los “cruzados” aparecen por miles y se
sienten a gusto cuando algo de “orden” se pone en la vida de la Nación. La mayoría forma parte y se suma a la
estrategia hegemónica de la clase dominante. Ésta tiene todo el universo
material y simbólico a sus pies para ampliar, profundizar y consolidar el
dominio que ejerce a punta de pistola sobre el pueblo indefenso. En esa
estrategia es fundamental la utilización de la religión como factor para
influir sobre la población y favorecer su instauración. Son militantes de una
“gracia” particular, privilegiada, selectiva, superior, afortunada, que tendrán
la tarea de la producción de prácticas y discursos que legitimen, sacralicen y
sostengan el modelo de opresión. En sus speechs, sostienen que fuerzas
sobrenaturales confirman a diario la realidad y execran, censuran e imprecan
los modelos populares porque estos conspiran y amenazan su posición dominante.
En pocas palabras, hablan y actúan así porque son herederos puros de la
dominación, son el poder real y sus estandartes muestran la pertenencia
distintiva a su religión burguesa inmaculada y excluyente. No son grandes
practicantes, son más bien adictos al new age y a gurúes consoladores, pero sus
palabras y maldiciones muestran sus vetas de predicadores políticos bajo un
manto de sensiblería insípida y desnudan sus reprobaciones inflexibles contra
quienes no cumplen con su moral inquebrantable.
Las actitudes más
antievangélicas hacia los trabajadores y los más pobres las hemos visto en
estos 4 meses: Despedir era la lógica
del modelo que defienden pero despedir humillando, degradando, avergonzando,
muestra un rostro repugnante; Hemos
visto la elevación sacral del Mercado por encima de la Vida, del trabajo y de
la dignidad humana; Los tarifazos disparados hacia los hogares más humildes y
desprotegidos sin piedad; el celo por el modelo se ha llevado dos vidas que se
encontraron con sus recibos de sueldo famélicos de un día para otro; La actitud
despectiva de llamar “grasa” a quienes también son sus hermanos; el desprecio por planes de vivienda, becas de
estudiantes, planes maternales, flagran su desprecio a la vida más amenazada.
¿Son lógicas posibles para una persona que dice abrazar una Fe que tiene su
impronta en el “amor al prójimo”? No,
sin duda estamos gobernados por católicos “off shore” que hicieron de la Fe una
letra comercial y que nunca podríamos llamar de cristianos.
Una crítica no menor se debe a las
instituciones católicas. Sorprende mirar con estas orfebrerías de formación de
dictadores, especuladores, autoritarios de diverso pelaje, estafadores,
usureros, pillos enriquecidos de la plata de los pobres, patrones del desfalco
y la evasión impositiva, ahorristas que esconden su dinero donde se guarecen
economías de guerras y fratricidios.
Cuanta doctrina pseudorreligiosa de seguridad nacional haya crecido se
ha caracterizado por el desprecio del otro y se ha debatido en las aulas donde
se formaron estos cátaros intransigentes que siempre tienen la oportunidad
histórica de salir del clóset de la Intolerancia y mandar “matar a su hermano”.
Definitivamente, esos criaderos de fariseos no tienen nada que ver con Jesús de
Nazareth. Tampoco las agrupaciones de laicos de discursos angelados,
presuntamente despolitizados, clerifílicos, deshistorizados y narcotizantes.
Suelen abrazar la misma derecha y despreciar lo popular aún cuando sus líderes
hayan salido de las mismas bocas del lobo que persiguen inhumanamente. La UCA
de Puerto Madero debería cerrarse y ofrecerse como museo. Allí veríamos el
pasado. El tiempo en que los cristianos corrompieron sus principios más
auténticos. El tiempo en que el Templo se dedicó a educar cambistas y
mercenarios. Cerrarse como una fábrica cierra cuando su producción es
decadente. Y volver a abrirse como Escuela, humilde y generosa donde cristianos
y no cristianos puedan compartir otros liderazgos sin perifollos, con
autenticidad evangélica y autores proféticos de
tiempos nuevos.