Nuevamente
el reality show de la saga Grassi vuelve
a la carga. A esta altura, todos hemos descubierto lo que ya sabíamos: que la
Justicia nunca es neutra en la Argentina, que los poderosos nunca van presos,
que algunos sectores de poder de la Iglesia argentina siguen protegiendo a los
pedófilos, y que los cristianos tenemos que estar sometidos a estos escándalos
sin opción a réplica. Para algunos, adentro y afuera de la Iglesia, nada ha
cambiado.
Llevamos
varios años de condena de este delincuente sexual. Ahora la condena fue
ratificada por la Corte Provincial. Cualquier pobre vecino estaría encerrado en
Sierra Chica esperando algún recurso que nunca llegaría. Inclusive no hay
precedentes de semejante “tolerancia” para usar un eufemismo que no genere
náusea.
¿ A qué se
debe toda esta payasada?
Grassi
pertenece al último bastión de producto de los 90, el último velocirraptor de la época de los excesos impunes. Se enriqueció con plata del Estado,
Cavallo y Menen eran directos propiciadores de su Obra, adquirió fama
utilizando a los pobres en programas de tv donde adquirió formas y gestos
típicos de los grandes celebrities, no hubo lugar de supermercado, shoppings,
peaje, programas cholulos, donde no se recaudara para la famosa Fundación. Esa institución
de barrotes colocada en el barrio de mi infancia que no tuvo estudio de impacto
ambiental humano previo, sostenía que a
los pibes había que sacarlos de la calle para “detenerlos” y abusar de ellos.
Una discusión pendiente en la Argentina, sobre lo hay que hacer para que, los pibes mismos decidan que es , de verdad para ellos, “ser
felices”. Cuando la denuncia llegó a tribunales, fue tratado como parte de la
Corte burguesa, se llenó de supergarantías insólitas para el tipo de delito que
se debatía. Recurrió, chicaneó, pataleó y fue tratado con esa “fascinación de
los perversos” que tanto se debate en el campo de la Criminología. Pagó a los
más caros abogados del país, algunos célebres penalistas siempre dispuestos a
embarrar todo campo a cualquier costo. Pudo ufanarse degradando a las víctimas
a quienes nadie cuidó y quienes fueron doblemente abusados por la propia
sociedad hipócrita y acartonada. Por paradoja de la vida, también se estaría
debatiendo su libertad por ese ego gigantesco que no controló la lengua en los medios y no
por el crimen mismo.
Desde el
Estado, se falló por todos lados. La Secretaría del Menor de la Provincia había
prohibido su ingreso a la Fundación, también lo hizo el poder judicial, desde
ese engendro que se llama Familia judicial de Morón tan vulnerable a
padrinazgos y amigovios. Pero nadie tomó en cuenta esa mentirita. Se ubicó
justo en frente de la fundación y nadie quiso proteger a las otros menores, todos judicializados.
Desde la Iglesia,
el apoyo que tiene es, aún más
insoportable. Está claro que contabilizar las víctimas y fustigar diciendo que
son pocas es más parecido a un chiste de Tinelli que la declaración de una
institución seria. Lamento que me salte la ficha pero, mi formación profesional
me dice, sólo se acepta y defiende a un pedófilo cuando se concibe posible y se
tiene estructuras psicológicas muy parecidas. Si no, cómo se podría sostener
como normal a semejante psicópata. El dilema
que se debate en toda la Iglesia, sobre serios crímenes que han desangrado a la
institución por todos lados parece no haber llegado a la pulcra argentina. “No
hay lugar en la Iglesia” decía Juan Pablo II para quien haya escandalizado a niños
y jóvenes. La “Tolerancia Cero” que había sido marcada como rumbo y norma
parece haberse fraguado probablemente porque, se cree, a priori, Grassi tendría
la connivencia del Papa Francisco. Yo no estaría tan seguro pero, cualquiera
sea la causa de apoyo es , para mí, una falla gravísima, un verdadero “valor
agregado”al propio crimen y una mirada inhumana e insensible a las víctimas.
Finalmente,
hay un ocaso posible para todas estas historias. Ya no son tantos los abogados,
ya no son tantos los funcionarios, se fueron los amigos de la tele, en las
Comunidades donde se aceptaba apaciblemente el rostro trabajado plásticamente del
cura ya no es tanto, ya no hay mecenas del gobierno. Quiero creer, algo tiene
que estar cambiado en la Argentina.
Seguramente esta
historia continuará….